Inocencia y Culpa

La culpa es un sentimiento que nos advierte que hicimos daño a algo o a alguien. Convertida en responsabilidad nos impulsa a reparar el daño.  No tienen nada que hacer cuando comemos, sin embargo es un sentimiento presente en muchas mujeres:  culpa por su cuerpo, culpa por comer cosas "prohibidas", culpa por tener mucha hambre.

Kierkegaard, afirma que el primer paso para que Adan perdiera la inocencia y comiera la manzana fue la prohibición "No debes comer del árbol del bien y del mal".  Adán ni sabía que existía ese árbol, ni tenía pensado comer de ahí, ni entendía que era bien o mal".  Al igual que Adan (y Eva) nosotros hemos perdido la inocencia con tantos mandatos y prohibiciones sobre como debe ser nuestro cuerpo y qué debemos comer y qué no. El problema reside en que al sentir culpa por tu cuerpo, sientes vergüenza, lo ocultas, no lo mueves no le das lo que necesita pues "no lo merece". Si comes una rebanada de pastel y te sientes culpable por eso, la culpa te impulsa a comerte  todo el pastel, o bien a tener algún tipo de conducta purgativa o compensatoria (ejercicio, vómito, laxante, ayuno). Si sientes culpa por tener hambre, no te vas a permitir saciarla y cuando sea insoportable comerás sin control.

¿A que nos lleva esa culpa?  ¿A quién creemos que le hacemos daño con nuestro cuerpo? ¿A quién creemos que le estamos haciendo daño comiendo pastel? Comer no es un crimen, ni tiene cualidades morales.  Comemos por que lo necesitamos, y en nuestra naturaleza está comer de TODO, incluído pastel, chocolates, helado, etc.   Es normal que a nuestro gusto y a nuestro cuerpo le gusten alimentos más densos en calorías.

El aceptar nuestro cuerpo como perfecto tal como es, nos impulsa a mostrarlo, a moverlo, a crear etc.   Si comes una rebanada de pastel con esta mentalidad, la disfrutas, estás presente mientras la comes, quedas satisfecha, no necesitas más.  Si honras tu hambre como señal de que estás vivo y de que tu cuerpo requiere energía, la sacias, te recargas de energía y la usas y ya..... a otra cosa mariposa.   No hay razón para seguirte flagelando.




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