WABI SABI


Suena las campanas que todavía puedan sonar. Olvida la ofrenda perfecta.  Hay una grieta en todo.  Es así como la luz puede entrar.
                                                                —Leonard Cohen




No es un platillo japonés, ni un restaurante. No es una poción mágica desintoxicante de estas que abundan en los anuncios al principio de año.  Simplemente es un término en japonés, aplicado a la estética que encuentra la belleza en la imperfección.

Ayer me llegó la publicidad de un libro de Arielle Ford en donde habla cómo aplicar el Wabi Sabi en la relación de pareja. (1)  Al leer el término y empezar a entender lo que ella explicaba, no pude evitar pensar cómo aplicarlo a la relación con el cuerpo y con la comida.  

Estamos en búsqueda de la perfección, del mejoramiento, y esta búsqueda nos supone un desgaste impresionante.  Piensa cuánto tiempo inviertes en tu día en pensar cómo mejorar, perfeccionar; en encontrar los errores y en solucionarlos.  No estoy invitando a que dejemos de hacerlo, simplemente ¿cuánto de esto es necesario?  La única verdad es que "lo perfecto no existe".   Cuando estaba recuperándome de mi trastorno de alimentación recuerdo unas palabras que me dijo mi terapeuta y que me ayudaron a relajarme y a confiar en mi proceso:  "Yo tuve que renunciar a ser perfecta".  "Renunciar a la perfección".  Simplemente con repetirlo, todo el mundo me pareció más amable y manejable.  Renunciar a la perfección es un gran paso, pero ¿Qué tal encontrar la belleza en la imperfección?  Todo un reto.   Después de leer un extracto del libro de Arielle Ford, di una mirada a mi alrededor.  Ropa tirada, juguetes por todas partes, manchas del desayuno a medio comer en el comedor y pude ver la belleza de ese tiradero:  los juegos de mis hijos, su alimentación, su conversación de las mañanas antes del primer día de escuela.  Luego decidí levantarme e ir hacia el espejo y ver mi cara:  sus arrugas, sus manchas, el paso del tiempo, el ceño fruncido,  y ver la belleza y la historia de esas imperfecciones, que son las que le dan el carácter especial a mi cara.  Confieso que esto me costo un poco más de trabajo, pero experimenté una sensación de liberación al no querer "perfeccionarlas" al no buscar cambiar y simplemente al repetirme que eso era lo que me hacía ser quien era.

En inicio de año recibimos un bombardeo interminable de mensajes que nos invitan a ponernos metas y objetivos, a luchar por alcanzarlos y a hacer todo lo posible para borrar los efectos de las fiestas, a tener la alimentación perfecta. Así se refuerza el ciclo restricción - exceso - restricción, que tantas ganancias genera en la industria de la dieta. Así que decidí que mi propósito de este año es Wabi Sabi:  encontrar la belleza en mi imperfección:  mis arrugas, mi celulitis, mis estrías, mi desorganización, mi tendencia a ir de un lado a otro como pollo sin cabeza y a comer chocolate a media tarde. Encontrar la belleza en las imperfecciones de mi familia, mi casa, mi entorno.  ¿Cómo se verá la Ciudad de México repleta de obras y desorganización con esta filosofía? 

¡Les deseo que el año 2013 sea un año imperfectamente hermoso!





(1) Si les interesa el libro pueden encontrarlo en http://www.amazon.com/gp/product/0062003763/ref=as_li_ss_tl?ie=UTF8&camp=1789&creative=390957&creativeASIN=0062003763&linkCode=as2&tag=book-search-engine-20

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