En defensa del placer o ¿es ansiedad o placer?

"Es que como de más porque me encanta la comida" , "Como de más porque es en lo que más encuentro placer".  ¿Es realmente placer? Para que haya placer es necesario estar presentes.  Si vas a comer una manzana: verla, olerla, agradecerla y honrarla (ver el tiempo personas y acontecimientos involucrados para tenerla entre mis manos)  sentir cómo se siente en mi boca, cómo va cambiando el sabor mientras la mastico, cómo cae en mi estómago, qué sucede en mi cuerpo cuando cae, cómo la recibe, cómo se nutre mi cuerpo con esa manzana.   El comer con placer es toda una experiencia consciente.  Placer no es comer inconscientemente una bolsa de papas fritas sentada frente a la televisión.  ¿Te diste cuenta de su sabor? ¿de sus condimentos? ¿de su textura? ¿cómo cayeron en tu estómago?  Sólo puedes darte cuenta de que te las acabaste y que sigues con ganas de más, y quieres más porque no "estabas ahí" cuando las comiste.  Ese no es placer esa es ansiedad.  También es ansiedad  pararme  frente al refrigerador y comer lo que me encuentre, de pie, sin saborear, metiéndome cosas a la boca sin saber a qué saben, sin encontrar satisfacción, sin encontrar sosiego, por que lo que busco, lo que buscamos en el refrigerador, en la despensa, en el bote de galletas, no tiene nombre, es una ansiedad indefinida, no es "hambre" no es necesidad de comida es un vacío que tiene que ver con cualquier otra necesidad: amor, afecto, logro, reconocimiento, seguridad, paz.....    ¿Para qué detenerme a pensar o a sentir? ... el refrigerador está más cerca.

Epicuro el fundador de la escuela de hedonismo y que predicaba que el placer nos acercaba al bien verdadero es uno de los personajes más malinterpretados en nuestra cultura.  Su nombre nos hace pensar en excesos y desenfrenos cuando él, que practicaba lo que predicaba, comía frugalmente, era vegetariano y vivía en una huerta en donde impartía sus enseñanzas.  Su búsqueda del placer lo llevo a la austeridad.

 Así, el placer no nos lleva necesariamente al exceso.  Disfrutamos más cuando comemos con hambre y si mientras comemos nos mantenemos presentes en nuestro cuerpo llega el momento en que ese placer se acaba, nuestro cuerpo no quiere más:  llega la señal de satisfacción.  Es una elección comer más allá de ese punto, sin embargo, ya no encontrarás placer, por lo menos no el placer total:  tu boca registrará el sabor, mientras que el resto de tu cuerpo se rebela con incomodidad, con saturación.   Eso ya no es placer:  es escisión. Deliberadamente "partimos" nuestro cuerpo para encontrar un placer que ya se agotó.  El resultado:  displacer, traducido en incomodidad; nos sentimos pesadas, inflamadas, cansadas y  terminamos cargamos un peso que no nos corresponde.

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