DEL VIRTUOSISMO DE LA DIETA AL DESFOGUE DEL ATRACÓN

"Los instintos no pueden ser reprimidos. No podemos reprimir nuestra necesidad de sobrevivir, pero podemos y de hecho lo hacemos, interferir con sus síntomas y señales.  Esto se logra interrumpiendo el proceso en transcurso, impidiéndonos a nosotros mismos llevar a cabo cualquier acción que sea la apropiada" Fritz Perls. 

La raíz de los problemas con la comida se sustenta en que no le hacemos caso a nuestros mecanismos internos de hambre y satisfacción. Comemos de más para aplacarnos, para prolongar el placer, para evadirnos, para no sentir, para no pensar, etc. ; comemos de menos, para sentirnos virtuosas, obtener el cuerpo ideal, castigarnos, demostrar a los demás que no somos tan voraces.  O bien, penduleamos de un extremo al otro, del "virtuosismo" de la dieta al desfogue del atracón, para tratar de robar un poco del placer que se nos escapo cuando nos restringimos. En el inter soñamos, hacemos planes alimenticios, promesas, nos reprendemos, nos sentimos fracasadas y vivimos en nuestra mente para controlar ese cuerpo que no nos obedece.  Sin embargo, nada de esto tiene que ver con las señales de nuestro cuerpo: hambre y satisfacción, que parten del instinto de sobrevivir, de funcionar, de nutrirse para vivir.  Si le hacemos caso a estas dos señales básicas no hay nada que controlar o que planear, el cuerpo es sabio y sabe lo que necesita, tan simple  como eso. Aunque el pensar en dietas, planear, pesar, medir y luego atracarse puede sonar más emprendedor "Por lo menos estoy haciendo algo como cuidarme".  Es difícil creer que no hay nada que controlar, que nos podemos relajar y esperar a que nos dé hambre y comer hasta que nos sintamos satisfechas ¡y ya! ocupamos lo que nos resta de tiempo en vivir.

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